Adolescencia, ese gran temor

Estudiar el Máster de Profesorado de Secundaría me está aportando (en algunos momentos) conocimientos que no esperaba.
En una de las asignaturas se estudia la adolescencia. El primer golpe de realidad te lo dan cuando se incluye parte de un estudio que ha variado la franja de edad de los adolescentes. Hasta no hace mucho, la edad adolescente comprendía de los 13 y los 18 años, pero ahora varía de los 10 y los 22 años.

A mi en particular se me quedó cara de tonta, ¿12 años de adolescencia? Uff, sudores fríos recorrieron mi frente. Y encima hay una explicación bastante plausible para este cambio. La alimentación ha adelantado su llegada y la crisis a hecho que los jóvenes tarden en encontrar empleo y en tomar decisiones. Vamos que estoy apañada.
Lo peor es que no sé si estoy preparada para lidiar con estos cambios, tanto los hormonales como los personales.
Los adultos parece que hemos olvidado que también fuimos adolescentes. Yo recuerdo como mi época más convulsa los 3 primeros años de instituto, desde los 14 a los 17. Todo era nuevo, hormonas disparadas, cambio al instituto, y en mi caso, mucha falta de referentes y apoyo.
No fui una santa ni tampoco la peor púber del mundo, mi peor momento fue en tercero de BUP, que por hacer el loco suspendí 5 asignaturas en el primer trimestre, pero poco más hay de reseñable de esa época.
Recuerdo una montaña rusa de emociones, por un lado inseguridad conmigo misma, pero también el subidón de autoestima (y hormonas) con el primer noviete. El experimentar y pese a todo tener la cabeza fría para no hacer tonterías.
Lo que no tuve fue unos padres que me acompañaran en el proceso, que vigilaran que todo iba bien y que no me juzgaran.
Por eso no sé si lo haré bien, por eso leo mucho (que sé que luego no me servirá para nada), por eso intento que mi hija sepa que puede contar conmigo.
No quiero que me vea como una amiga, por que no lo soy, pero sí que quiero que tenga la confianza suficiente para contarme sus dudas, sus temores y sus problemas. No sé si le podré dar una solución a todo pero sí que podré estar a su lado por si acaso se tropieza.
Así que así estoy, temiéndole a un futuro cada vez más cercano.

¿Vosotros como lleváis los cambios en vuestros peques?