El error y por qué hemos de dejar que nuestros hijos se equivoquen

En lo que llevamos de curso ya nos han llamado dos veces la atención desde el colegio, a los padres. El motivo ha sido el excesivo celo en la realización de los deberes de nuestros hijos.
La primera vez fue debido a la forma de restar. Ahora aprenden de forma diferente a como nos enseñaron a nosotros. Eso desató una búsqueda por parte de los progenitores del procedimiento para poder "ayudar" a realizar las tareas. La consecuencia fue un vídeo del docente que imparte matemáticas "recomendándonos" que dejáramos la búsqueda, que más tarde o más temprano los niños aprenderían a restar.

La segunda vez estuvo originada por el olvido masivo de un texto de los niños debían leer el día antes en casa para posteriormente comentarlo en clase. El olvido, ayudado por una nota en su agenda que ponía "leer Hadas" no hizo más que picar la curiosidad de los padres que vía whatssapp buscaban el texto perdido. Al día siguiente recibimos la nota que incluyo a continuación.

Después de esto me ha dado por reflexionar ¿estamos siendo demasiado protectores con nuestros hijos? Hacer que no se equivoquen o que no vean el resultado de un error ¿hace que estamos criando personas poco responsables?
No creo que las consecuencias sean tan radicales, pero soy de la opinión que equivocarse enseña. Existe el error educativo, es decir, tanto en un examen como en la vida se puede sacar provecho de una equivocación. ¿Cómo? Es tan fácil como analizar en qué y por qué se ha fallado, ver las consecuencias produce el error y como evitarlo en un futuro. Es realizar un acto reflexivo sobre nuestros actos y sus resultados.
¿Y esto como se consigue? Dejando que nuestros hijos se equivoquen sin solucionarle sus problemas, aunque nos cueste.
¿Y si nos piden ayuda? Aquí llega la gran duda, en el caso de las restas, por ejemplo, pues no podríamos ayudar. Pero que nuestro hijo vuelva a clase sin hacer los deberes por que no sabe hacerlos también es aprendizaje. Para el profesor por que ha de esforzarse en hacerse entender y que le entiendan, y para el alumno que ha de preguntar más, tantas veces como sea necesario, hasta asimilar el contenido.

Ya sé que esto parece una carta de buenos propósitos, que a veces nos puede la ansia de ayudar, pero deberíamos ser conscientes que se ha de enseñar a nuestros hijos a ser responsables de sus cosas. No siempre vamos a estar para sacarles las castañas del fuego, han de aprender desde pequeños la gestión de la frustración y sacar provecho se los problemas a lo que se enfrenten, tanto si los solucionan como si no.

En conclusión, yo voy a intentar no revolotear al rededor de mi hija, darle un poco de cuerda y ver como se tropieza, eso sí, estaré cerca para que al menos no se haga mucho daño.

¡Saludos!